domingo, 5 de octubre de 2014



¿A quién no se le ha hecho difícil seguir concentrado en una charla después de una hora? ¿Quién no ha caído en la tentación del despiste, de mirar o pensar en un asunto distinto al aquí y ahora? Hay que admitirlo: más  temprano que tarde, vamos a  perder la atención. Según Susan Weinscheck, la atención sostenida empieza a flaquear a los 7-10 minutos de empezar la actvidad.


¿Cómo funciona nuestra atención?

Hay quien piensa que entre whatsapps, mails y tweets es normal que estemos así, o se extraña de que el dato no sea peor. Es verdad que las nuevas tecnologías son una invitación al despiste y a la dispersión. Sin embargo, la explicación a porqué perdemos la atención es un poco más compleja.

Según un estudio publicado en Journal of Neuroscience, la atención no es constante, sino que fluctúa y se concentra en la zona frontal parietal del cerebro durante la realización de una actividad. Si la tarea es extremadamente dura o sumamente fácil, la actividad en esta área tenderá a fluctuar mucho. Lo ideal es que haya cierto grado de exigencia para que  la atención se mantenga estable.

A nuestro cerebro le encanta tomar atajos e Internet nos ofrece múltiples, desde para buscar información para un trabajo a aprender a cocinar. Siendo tan sencillo y rápido el acceso a tantos recursos, no es extraño que la atención se disperse. En la educación, se suele ver como un hecho grave, y no es raro encontrar colegios donde el uso de teléfonos móviles en clase esté prohibido. 


Cambio en los hábitos de pensamiento

Es paradójico este conflicto educación e Internet, cuando es difícil de entender una formación apropiada sin el uso de nuevas tecnologías ligadas a él. Es probable que esta nueva forma de aprender, trabajar y relacionarse  esté cambiando nuestro hábitos de pensamiento. Como sugiere la neuropsiquiatra Sarah Churchwell, el cambio supone la pérdida de ciertas capacidades y el desarrollo de nuevas.  


Hoy en día más que de profundizar se tratar de abarcar y moverse con desenvoltura por una superficie extensa.  Puede que la atención flaquee, y la memoria sea menos sólida, pero se gana rapidez y flexibilidad. Es lo que exigen los tiempos y hay que adaptarse. Ello no significa dejar de valorar otras formas de pensamiento, sino tener sentido práctico.    


La investigación: puerta a más oportunidades

La neurociencia puede arrojar más luz sobre la relación entre los nuevos hábitos de pensamiento y la atención en el mundo actual, con múltiples aplicaciones. En el caso de la publicidad, puede servir para lograr una duración y colocación de anuncios llamativas. En educación ajustar el horario de clases y el tamaño de los ejercicios.  Y podríamos seguir con el campo militar, económico o lúdico. Habrá que estar atento a lo que queda por venir. 

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