jueves, 1 de enero de 2015


El 4 de agosto de 2014 salió a la luz el robo de contraseñas más grande de la historia.  Hackers rusos se habían hecho con más de 1.000 millones de passwords y sus correspondientes nombres de usuario. Una vez más quedo patente que Internet no es ni mucho menos un territorio seguro debido al cibercrimen, un actividad que supone pérdidas de 400.000 millones de dólares a nivel mundial.

Bancos, redes sociales o empresas de e-commerce se enfrentan a este desafío constante y exploran diferentes maneras de proteger a sus clientes y sus cuentas de los peligros de la red. La combinación de neurociencia y semántica propuesta por Blair Armstrong podría ser la clave para generar contraseñas más seguras. 

Para llegar a esta conclusión el científico del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) partió de la siguiente premisa: cada ser humano tiene un cerebro construido de una manera única. Esa construcción única se puede reflejar al procesar palabras. Al pensar en "perro", por ejemplo, una persona puede  visualizar un pastor alemán y otro en pastor belga. En esa visualización, influye la experiencia personal, que  despierta diferentes recuerdos y emociones. ¿Podría la neurociencia registrar estas diferencias de procesamiento?

Con el fin de evaluar esta posibilidad, Armstrong realizó un estudio de electroencefalografía para registrar la actividad neuronal de los individuos mientras leían 75 palabras. El resultado fue sorprendente: se hallaron patrones únicos de activación cerebral en cada persona. El cerebro de cada individuo procesaba de manera ligeramente distinta en función de pequeñas diferencias en concepción de significado de la palabra y su relación semántica con otras.  Amstrong considera que podríamos hablar del descubrimiento de una huella cerebral.

El empleo de esta marca única y distintiva puede sentar las bases para endurecer los estándares de seguridad en el proceso de identificación de un usuario.  Aún hay mucho que  trabajar para hacer la tecnología más práctica en término de costes y portabilidad, pero promete ser una tecnología con gran proyección. Avanzar en seguridad puede reducir la desconfianza en las compras online entre los más escépticos. 

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