lunes, 23 de enero de 2017

Cada día nuestra mente se sumerge en un universo de sensaciones. La vista del rojo amanecer sobre la ciudad, el intenso aroma del café recién hecho o el suave ronroneo de un gato. El agua fría de la ducha o el amargo sabor de un té. Vista, gusto, oído, olfato y tacto se alían para darnos información sobre nuestro entono, influyendo sobre lo que pensamos, sentimos y hacemos.

Los sentidos son por tanto un punto clave en persuasión.  Los marketers lo saben y han procurado afinar la puntería emocional de sus campañas, prestando no sólo atención al producto, sino a la experiencia en su conjunto.  Se presta así especial atención a los sonidos, colores y olores. De esta forma han surgido áreas especializadas como el scent marketing y el audio branding

El desarrollado de este marketing enfocado hacia los sentidos ha venido apoyado por los descubrimientos en psicología y neurociencia. Hoy sabemos que el impacto de los olores tiende a relajarse con la edad (Boyce, 2006) o que muchas mujeres distinguir mejor los matices de los colores, pues vienen dotadas con un fotorreceptor de color extra de serie (Jordan, 2010). En esta linea se ha ido haciendo una incorporación progresiva del neuromarketing al market research, que con  sus soluciones  neuro y biométricas como el EEG o Eye-tracking ha permitido profundizar y ampliar los ámbitos del marketing a investigar.

No obstante, la neurociencia del consumidor no se puede considerar un sustituto a las técnicas convencionales (Niedzela, 2016). En la investigación de los sentidos todavía existen importantes barreras técnicas.  Por ejemplo, a la hora de degustar la acción de masticar o tragar puede generar ruido.  Se apunta además a que la mejor manera de adoptar un estudio con un enfoque multisensorial  es combinar técnicas implícitas y explícitas

Entonces, ¿cómo podemos hacer un estudio con esta clase de enfoque? En el siguiente cuadro lo explicamos. 



0 comentarios:

Publicar un comentario