miércoles, 28 de mayo de 2014


El funcionamiento de la memoria ha sido uno de los principales campos de investigación de la neurociencia. No es de extrañar, ya que descubrir  la forma de almacenar experiencias e información podría tener aplicaciones prácticas en la enseñanza y en la lucha contra enfermedades como el Alzheimer. Sin embargo, entre todos los estudios sobre la memoria, me ha llamado especialmente la atención el de Elizabeth Loftus y sus investigaciones sobre los recuerdos falsos. 

Sí, como lo oyen: los recuerdos falsos existen. Nuestra mente es capaz de recordar experiencias que jamás hemos vivido.  Según la doctora Loftus, nuestra memoria no es una simple grabadora que reproduce aquello que ha grabado.  Es reconstructiva y puede ser potentemente influenciada por emociones hasta pensar que vimos algo que nunca existió. 

En un experimento en el que se mostraban fotos sobre accidentes de coche, se hicieron 2 grupos. A uno se le preguntaba a qué velocidad creían que los coches se habían golpeado. Al otro se le preguntaba a qué velocidad creían que los coches habían chocado. Por simplemente utilizar el verbo chocar, las individuos estimaron una velocidad mayor. Y no sólo eso. También veían cosas que no había, como cristales rotos en el suelo. 

Si un mero cambio de palabras altera de esta manera nuestra percepción, no es sorprende que ciertas emociones influyan poderosamente la construcción de los recuerdos. Para el marketing esto supone una importante punto a tener en cuenta a la hora de crear imagen de marca. Más que apostar por remarcar los hechos, el camino para construir un recuerdo positivo está en crear experiencias de consumo placenteras. 

Dejo el interesante vídeo en el que Elizabeth Loftus proporciona detalles de lo maleable que es nuestra memoria. 


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